Sobre la muerte
En la vida de toda persona hay temas que terminan por hacerse recurrentes. Son aquellos que cada dos por tres acaban apareciendo por nuestros pensamientos para trastocarnos. En mi vida personal he logrado identificar los dos más importantes: EL AMOR y LA MUERTE. Del primero he hablado y escrito largo y tendido y, a pesar de que en una época de mi vida me hastié, sigo haciéndolo siempre que surge la oportunidad. Del segundo no suelo hablar tanto, excepto una vez que escribí sobre la muerte de un amigo . Será quizá por haber oído hasta la saciedad la máxima de mi abuela: "No habléis de eso, que ya viene solo".
Si bien el amor suele ser un tema recurrente por su ausencia, el caso de la muerte es más preocupante aún, pues es precisamente su inexorable presencia la que me abruma. Hace poco comentaba sobre esto con Cecilia, una amiga argentina que estuvo de visita en España, y que también compartía esa excesiva preocupación. ¿Será normal a mis 26 años? Lo cierto es que no es una preocupación nueva, ya hace años que persiste.
En el fondo uno no sabe si es una preocupación buena o mala. Por un lado pienso que es bueno ser consciente de que la muerte puede acaecer en cualquier momento pues ello puede provocar que uno evite conductas de riesgo, sea capaz de ver posibles peligros, etc. Por otro lado, en el caso de llevar esa conducta al extremo, se convierte en un sin vivir al estilo de la película Destino Final y podemos llegar a creernos que la muerte tiene un plan y nos persigue.
En mi caso ha habido un par de ocasiones en las que me he visto cerca y ha pasado por mi mente el pensamiento de: "De aquí no salgo vivo". Ambas me marcaron lo suficiente como para estar un tiempo alejado de las posibles causas de mi muerte. Ahora lo que me asusta es el dicho de: "A la tercera va la vencida".
En realidad, analizándolo fríamente, no es la muerte a lo que tengo pánico. Es a no vivir. Aunque pueda parecer obvia esta afirmación la diferencia radica en que no me asusta ni el momento de morir ni lo que venga después, pues creo firmemente que no hay nada tras la muerte, lo que me incomoda es pensar que el mundo va a seguir y yo no voy a estar aquí para verlo, que en el mundo pasarán cosas que no veré, que la gente seguirá haciendo sus vidas y yo no, que la Tierra continuará girando sin contar conmigo, el Sol saliendo y poniéndose y no lo veré, las estaciones transcurrirán como siempre y no las disfrutaré, las olas seguiran golpeando las rocas con su vaivén y no lo contemplaré, ... y todo ello escapará de mi observación: por que ya no estaré.
Es la sensación de que algún día me iré dejándome multitud de cosas por hacer, detalles por observar, muchísimas palabras por decir, sentimientos por expresar, historias que contar, temas de los que hablar, materias de las que aprender, lugares por visitar, gente a la que conocer, ... me iré muy a mi pesar, sin quererlo y sin poder remediarlo, por lo menos momentáneamente. La gente llorará por mi ausencia y yo no podré llorar por todas las presencias que desaparecerán.
Suena triste pero es así. No por evitar hablar de ella va a dejar de estar presente. No por escudarnos en nuestro miedo vamos a lograr esquivarla. Quizás sea justo al contrario: teniéndola presente comencemos a esforzarnos por realizar todo aquello que perdemos al morir.
A mi de momento me quedará una cosa menos por hacer y es darles las gracias a todas aquellas personas que han formado parte de mi vida.
4 comentarios
Laín Coubert -
Linda manera de expresarte, te admiro.
Anónimo -
Grácias lo he leido cuando más lo necesitaba.
Pepsicolik -
nane -