Todo sucede en la calle Kungsgatan de Göteborg
Sucedió el 14 de mayo de 2005 de imprevisto, sin esperarlo, como mandan los cánones de una buena película romántica que se precie. Alguien no debía estar allí pues las obligaciones laborales debían impedírselo. ¡Y sin embargo SUCEDIÓ!
Multitud de gente congregada, aunque sólo chicos inicialmente para contemplar el hockey sobre hielo en O’Learys. Tras el partido, mientras aun duraba la decepción de la derrota sueca frente a Chequia y se iba consumando la victoria liguera del Barça aparecieron las féminas. La ví, aunque hastiado de encontrarme con gente nueva constantemente preferí posponer los saludos de rigor temporalmente. Unas partidas al futbolín y unas miradas de reojo a la más llamativa de las desconocidas sirvieron para establecer los primeros contactos visuales.
Al salir de O’Learys se acabó el desconocimiento. Denise se acercó a presentarme a una amiga suya a la vez que compañera de piso. Ésa fuiste tu.
Tras los saludos de rigor nos trasladamos en masa a tomar unas cervezas a Bers o Bar un local situado en Kungsportavenyn, la calle con más vida de Göteborg, dejando atrás sin embargo a Denise y otros que se dirigían a otro bar. Una vez dentro del bar me dirigí a pedir la Fanta de rigor y al disponerme a tomar asiento se cruzaron en mi camino ella y su amiga Antonia. La conversación con ambas fluyó durante un largo tiempo como acostumbra a hacerlo cuando los interlocutores son comunicativos y cuando se percibe un “toma y daca” sin ambages. Transcurrido un buen rato decidimos irnos unos cuantos (ella, Antonia, Micke y yo) a buscar a Denise. Por el camino Antonia decidió que era demasiado tarde y que se iba a casa y Micke se ofreció a acompañarla ya que ambos iban en una dirección similar. Así que ella y yo nos dirigimos al garito donde Denise aguardaba. Al ser un local que gozaba de dudosa reputación ella se abstuvo de entrar y yo escogí seguir junto a ella antes de meterme en un antro desconocido. Dos largas horas de paseo por Göteborg centrado en la calle Kungsgatan y aledañas sirvieron para conocerla mejor. Dicho tiempo fue más que suficiente para dejar una huella en mi corazón y obligarme a volver un mes después a seguir conociéndola.
El retorno, a finales de junio, fue aun mejor. La complicidad crecía por momentos. La sensación de que alguien está por ti y tu estás por ella apareció prístina en mi vida. Tras ello llegaron las conversaciones profundas y duraderas, la apertura sin tapujos de dos corazones dispuestos a explayarse. Doce días intensos con encuentros de sol a sol salvo contadas excepciones. Yo en boca de sus amigas, ella en boca de los míos. Hoy, exactamente un año y un día más tarde releyendo mensajes aún guardados en la memoria de mi móvil puedo volver a vivir aquellos días, puedo rememorar perfectamente los detalles: cuando quisiste que te fuera a buscar para dar una caminata y hablar mientras los demás estaban tomando una cerveza, cuando nos invitaste a tu casa a bailar, cuando fuimos en barco a la isla de Vrångö, cuando sentiste que necesitábamos hablar seriamente, cuando me dijiste que querías conocerme aún más … lo que obviamente sucedió al final de Kungsgatan. Y allí estuvimos los dos, dispuestos a dedicarnos tiempo el uno al otro, dispuestos a ascender a la cima de la montaña del conocimiento mútuo. Cámara en mano tomé una instantánea del lugar para no tener que lamentarlo en el futuro.
Y allí estuve yo otra vez, cinco días en agosto en Göteborg seguidos de otros tantos en Stockholm. Días cortos pero intensos y bien aprovechados. Un contacto constante, un goteo de sentimientos. Fue bonito mientras duró. Y no duró por mis miedos, me asusté, pensaba que serías un cambio radical en mi vida y que no estaba preparado para realizaro. Quizás me equivoqué, quizás me exigí demasiado. Sea como fuere sigo conservando en el recuerdo la belleza de esos instantes a pesar de que ya no dure. Es una parte de mi historia, una parte importante, una correspondencia unívoca jamás alcanzada antes y no asoman días de cambios en el horizonte cercano.
TACK SKA DU HA!
Multitud de gente congregada, aunque sólo chicos inicialmente para contemplar el hockey sobre hielo en O’Learys. Tras el partido, mientras aun duraba la decepción de la derrota sueca frente a Chequia y se iba consumando la victoria liguera del Barça aparecieron las féminas. La ví, aunque hastiado de encontrarme con gente nueva constantemente preferí posponer los saludos de rigor temporalmente. Unas partidas al futbolín y unas miradas de reojo a la más llamativa de las desconocidas sirvieron para establecer los primeros contactos visuales.
Al salir de O’Learys se acabó el desconocimiento. Denise se acercó a presentarme a una amiga suya a la vez que compañera de piso. Ésa fuiste tu.
Tras los saludos de rigor nos trasladamos en masa a tomar unas cervezas a Bers o Bar un local situado en Kungsportavenyn, la calle con más vida de Göteborg, dejando atrás sin embargo a Denise y otros que se dirigían a otro bar. Una vez dentro del bar me dirigí a pedir la Fanta de rigor y al disponerme a tomar asiento se cruzaron en mi camino ella y su amiga Antonia. La conversación con ambas fluyó durante un largo tiempo como acostumbra a hacerlo cuando los interlocutores son comunicativos y cuando se percibe un “toma y daca” sin ambages. Transcurrido un buen rato decidimos irnos unos cuantos (ella, Antonia, Micke y yo) a buscar a Denise. Por el camino Antonia decidió que era demasiado tarde y que se iba a casa y Micke se ofreció a acompañarla ya que ambos iban en una dirección similar. Así que ella y yo nos dirigimos al garito donde Denise aguardaba. Al ser un local que gozaba de dudosa reputación ella se abstuvo de entrar y yo escogí seguir junto a ella antes de meterme en un antro desconocido. Dos largas horas de paseo por Göteborg centrado en la calle Kungsgatan y aledañas sirvieron para conocerla mejor. Dicho tiempo fue más que suficiente para dejar una huella en mi corazón y obligarme a volver un mes después a seguir conociéndola.
El retorno, a finales de junio, fue aun mejor. La complicidad crecía por momentos. La sensación de que alguien está por ti y tu estás por ella apareció prístina en mi vida. Tras ello llegaron las conversaciones profundas y duraderas, la apertura sin tapujos de dos corazones dispuestos a explayarse. Doce días intensos con encuentros de sol a sol salvo contadas excepciones. Yo en boca de sus amigas, ella en boca de los míos. Hoy, exactamente un año y un día más tarde releyendo mensajes aún guardados en la memoria de mi móvil puedo volver a vivir aquellos días, puedo rememorar perfectamente los detalles: cuando quisiste que te fuera a buscar para dar una caminata y hablar mientras los demás estaban tomando una cerveza, cuando nos invitaste a tu casa a bailar, cuando fuimos en barco a la isla de Vrångö, cuando sentiste que necesitábamos hablar seriamente, cuando me dijiste que querías conocerme aún más … lo que obviamente sucedió al final de Kungsgatan. Y allí estuvimos los dos, dispuestos a dedicarnos tiempo el uno al otro, dispuestos a ascender a la cima de la montaña del conocimiento mútuo. Cámara en mano tomé una instantánea del lugar para no tener que lamentarlo en el futuro.
Y allí estuve yo otra vez, cinco días en agosto en Göteborg seguidos de otros tantos en Stockholm. Días cortos pero intensos y bien aprovechados. Un contacto constante, un goteo de sentimientos. Fue bonito mientras duró. Y no duró por mis miedos, me asusté, pensaba que serías un cambio radical en mi vida y que no estaba preparado para realizaro. Quizás me equivoqué, quizás me exigí demasiado. Sea como fuere sigo conservando en el recuerdo la belleza de esos instantes a pesar de que ya no dure. Es una parte de mi historia, una parte importante, una correspondencia unívoca jamás alcanzada antes y no asoman días de cambios en el horizonte cercano.
TACK SKA DU HA!
4 comentarios
Anónimo -
Isra -
:P
Anónimo -
"[Quiero] que [seas el] cambio radical en mi vida y [ya estoy] preparado para realizaro".
Vales mucho, nunca lo olvides
nane -