Sobre los inicios del amor
¿Qué se esconde realmente tras un enamoramiento? ¿Cómo llegamos a pasar de fase en fase en dicho proceso? ¿Cómo surge todo? ¿Será un proceso estándar con ligeras variaciones en cada caso o por el contrario cada persona es un mundo?
Como sucede con todos los temas sentimentales es ciertamente difícil precisar y más aún exponer las ideas con claridad.
Bajo mi punto de vista las etapas en las que dividiría un enamoramiento serían las siguientes:
Inexistencia, Existencia, Presencia (eventual, condicional, forzada), Enamoramiento
Inexistencia
En esta etapa no hay el menor atisbo de sentimientos. Generalmente se desconoce por completo a la persona que más adelante será el objeto de deseo. Es posible que físicamente ni tan siquiera haya habido un encuentro con ella. Es por tanto una etapa previa donde reina la ausencia total de apego sentimental.
Existencia
Tras la sucesión de uno o varios encuentros fortuitos o planeados aunque carentes de premeditación se entra en la etapa de la “Existencia”. Tomamos conciencia de esa persona. Sabemos que existe y de hecho es básicamente lo único que sabemos. Son poquísimos los juicios de valor que podríamos aportar sobre ella debido a los pocos lazos que nos unen. La mayoría de gente que conocemos nunca logra pasar a etapas posteriores. Simplemente son conocidos.
Presencia
Es la etapa básica, para mi, dentro de todo el proceso que conlleva enamorarse. Los acontecimientos se desarrollan por igual en diferentes terrenos. Me centraré primero en los encuentros con sus “pres” y “posts”.
Dentro de la subetapa de la presencia eventual dichos encuentros pese a aumentar su frecuencia, continúan siendo ocasionales y no buscados. En tales ocasiones se hace patente la presencia de la persona especial, es decir, nos percatamos si llega, notamos si se despide. Tal modo de actuar continúa in crescendo hasta llegar a la subetapa de la presencia condicional.
Es durante esta subetapa cuando se llega a extrañar la presencia de la otra persona. Realmente se sufre su ausencia. Se percibe claramente una sensación de vacío con su marcha y se pospone indefinidamente nuestra propia marcha a expensas de su actuación. Al final acaba desembocando en un: “Si se va, me voy. Si se queda, me quedo” que a posteriori nos conduce a urdir las tretas más diversas que nos sitúan directamente en la subetapa de la presencia forzada.
Durante esta subetapa renunciamos totalmente a nuestro yo. No se trata de salir donde uno quiera, ni con la gente que uno quiera. Se trata de averiguar dónde va la otra persona e ingeniárselas para aparecer por allí evitando por todos los modos posibles que a los demás les extrañe en demasía nuestra presencia. Obvia decir que una vez llegados a esta subetapa es difícil imaginar un retroceso en los sentimientos. Durante los encuentros cada vez se procura pasar más tiempo juntos y de mayor calidad. Los sentidos se agudizan y se está pendiente al 100% de la otra persona. El oir se convierte en escuchar. La indiferencia inicial se ha transformado en embeleso continuado. Es entonces cuando nuestro rictus presenta la consabida “cara de tonto enamorado”. Cada segundo se intenta aprovechar al máximo con una concentración increíble en los dichos, gestos, actos. Seríamos capaces de repetir posteriormente cualquiera de ellos que nos haya provocado una sensación especial y de hecho es lo que solemos hacer con nuestros amigos y familiares: masacrarlos contándoles tal o cual cosa que nos ha marcado de la otra persona: una palabra, un gesto, un olor, una manera de actuar.
Mientras tal proceder solamente ocurre cuando se coincide en el espacio-tiempo hay otro que transcurre paralelo aunque tal simultaneidad espacio-temporal no esté presente.
Un incesante aumento del número de pensamientos dedicados a dicha persona amenaza por transtornarnos. Al principio, coincidiendo con la subetapa de presencia eventual, tales pensamientos se limitan a evocar comentarios de las charlas tenidas, planear mentalmente temas a tratar para incrementar nuestro conocimiento en próximos encuentros, etc. Más tarde a dichos pensamientos se les añaden otros como: tratar de imaginar qué estará haciendo en este preciso momento, especular sobre como actuaría en tal o cual situación, dirimir mediante recuerdos de su comportamiento las posibilidades de que la atracción sea mutua, y así seguiría una larguísima lista de lo más variopinta.
Al final de esta etapa se está realmente “colado”. No hay manera humana de quitarse a la otra persona de la mente por mucho tiempo. Sólo tratarla parece satisfacer nuestra sed para posteriormente dejarnos sedientos durante más tiempo como sucede en verano con los líquidos fríos. Bienvenido al enamoramiento.
Enamoramiento
Esta es la desembocadura de todos los ríos sentimentales y es que llegados a este punto el enamoramiento es ineludible. Las etapas anteriores puede tomar más o menos tiempo dependiendo de la predisposición a enamorarse de cada uno o de las circunstancias del proceso en sí. Sin embargo, si la situación ha evolucionado hasta aquí tiene pocos vislumbres de retroceder.
Es esta etapa la que será significativa para el devenir de la relación. Es durante el transcurso de la misma cuando uno se autocastiga de manera continuada planteándose de forma dubitativa la exposición clara de sus sentimientos. El dilema eterno: “¿Se lo digo o no?”.
Una contestación afirmativa es siempre mejor a largo plazo aunque es cierto que es difícil concordar con esta manifestación cuando se está inmerso en una cuestión de semejante importancia.
Preferimos seguir con el éxtasis de nuestros sentimientos pues nos hallamos en plena ebullición hormonal con nuestro cuerpo segregando fenilamina que incrementa nuestra sensación de placer. Además emocionalmente nos hallamos servidos imaginando, sin saberlo a ciencia cierta, que somos correspondidos ya que con los ojos del amor se suelen malinterpretar los actos del otro. Por lo tanto, salir de dudas es la única solución viable. La otra es hallarse en un enamoramiento perpetuo cual juglar de la Edad Media. Sufriendo lo indecible en el interior mientras tratamos de complacer a la dama y de exteriorizar una imagen de sosiego.
4 comentarios
israel -
Tienes razón. Mi nick no era sólo un nick. Como sucede en los buenos culebrones ... todo a su tiempo.
Saludos!
P.D: Perdida! Anda que has venido hoy :P
@bby -
entre el nick de hoy y lo que acabo de leer, me cuesta creer que no tuvieras nada nuevo que contarme...jejeje..mmm...7 años!! ay que ver..aun te dura! jaja...buena epoca, buen epoca (al menos para \\\"nuestra relacion\\\")...
Bueno, estoy de acuerdo en muchas cosas de las que has escrito, pero no seria yo si no objetara nada: La ultima etapa. Enamoramiento sin tener una relación con ella/el?? No lo creo. Pienso que el enamoramiento viene despues, cuando ya has solucionado la duda de \\\"se lo digo o no?\\\";lo has hecho, y estais juntos...a partir de ese momento es cuando te enamoras de la otra persona, cuando la conoces como pareja..al menos eso creo yo..Pero vaya, tampoco discrepo tanto..La conclusion a la que llego es que ¡¡nos hacemos mayores!! jejeje...quien nos diria que nos iban a preocuopar este tipo de cosas o que iban a ser nuestro tema de conversación, cuando hace \\\"dos dias\\\" estabamos haciendo cabañas por Can Rober...?? jejeje
israel -
isRa
nane -